El incremento sustancial de la demanda de agua en las ciudades y la reducción de las fuentes de agua han generado un cambio en el paradigma con el cual se gestionan los recursos hídricos, señaló el Dr. Arturo Ramos, posdoctorante del Instituto Mora, en el seminario ‘Análisis socioespacial del consumo de agua en la Ciudad de México’, organizado por el Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) de la IBERO.

En el viejo paradigma se consideraba que: los residuos son un problema, deben ser expulsados de la ciudad; la lluvia es un problema, debe ser transportada lejos de la ciudad; la demanda es cuestión de cantidad; el agua tiene una trayectoria unidireccional y hay un solo uso; sistemas de colección y plantas de tratamiento gigantes y centralizadas; limita complejidad y emplea soluciones estandarizadas; e integración ciclo del agua por accidente.

Contrario a lo anterior, en el nuevo paradigma: los residuos son recursos, se deben aprovechar los nutrientes que poseen; la lluvia es un recurso, puede colectarse para utilizarla como fuente de abasto o infiltrarla hacia los mantos acuíferos; la demanda es polifacética; recuperación y reutilización, el agua puede ser utilizada varias veces según su calidad; sistemas de colección y plantas de tratamiento pequeñas y descentralizadas; permite diversas soluciones, nuevas estrategias y tecnología en la gestión; e integración física e institucional por diseño.

A partir de este último paradigma, la gestión de la demanda del agua urbana debe buscar: disminuir los flujos que se requieren de abastecimiento; lograr tratar los caudales de aguas residuales; y evaluar diferentes alternativas para abastecer a las ciudades, que no sólo sean grandes presas y baterías de pozos. En general, lo enlistado apunta a conservar el agua, en cantidad y en calidad.

En su alocución, Ramos mencionó también, citando a otros autores, que los retos para la gestión del agua en la Ciudad de México son: acceso diferencial a la provisión de servicios hidráulicos y suministro intermitente (Jiménez et al., 2011); sobreexplotación de fuentes y operación de infraestructura al límite (Escolero et al., 2016); falta de cobertura de universal micromedición, no todos los usuarios empadronados cuentan con medidor (Ramos-Bueno et al., 2021); y pérdidas sistémicas que rondan alrededor del 40% de total abastecido (SACMEX, 2019).

Y, concluyó: el ambiente urbano construido, caracterizado como el número de viviendas y unidades económicas por manzana, tiene efecto sobre el consumo de agua en las colonias de la Ciudad de México; el aumento de cobertura de usuarios con medidor, puede ser un factor importante en la reducción de consumo de agua; se debe abordar la causa de aumento de colonias abastecidas por tandeo entre 2010 y 2020.

El resultado de la variable de pozos en operación, confirma la dependencia que tienen las colonias con mayor consumo en el abastecimiento de las fuentes externas; y se debe dar prioridad a las pérdidas sistemáticas de agua en la ciudad, además del agua no contabilizada, para avanzar hacia la Gestión Integrada del Agua Urbana.

PEDRO RENDÓN / MYMV

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