Universidad, convocada a reflexionar sobre pandemia: Boaventura de Sousa

Lun, 26 Abr 2021
De Sousa Santos dictó la conferencia ‘La función social de la Universidad en tiempos de crisis’, en el 20 aniversario del Consorcio Mexicano de Instituciones de Educación Superior para la Sustentabilidad
  • Dr. Boaventura de Sousa Santos, director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra.

El siglo XXI empezó con la pandemia de COVID-19, y en los próximos años el mundo no estará libre de sus consecuencias, que van a marcar fuertemente las relaciones sociales. En este sentido, la universidad está convocada a reflexionar sobre la pandemia, pues su función social no puede ser separada de este contexto, dijo el Dr. Boaventura de Sousa Santos, director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal).

Esos desafíos a la universidad los analizó durante la conmemoración del 20 aniversario del Consorcio Mexicano de Instituciones de Educación Superior para la Sustentabilidad -transmitida por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México-, en la que dictó la conferencia La función social de la universidad en tiempos de crisis, en la cual mencionó que hay cuatro paradojas que deben retener la atención en este momento.

1. La pandemia ocurre como una paradoja entre la fragilidad humana y la potencia humana. La pandemia ha mostrado una enorme fragilidad de los humanos, que no saben cómo defenderse, incluso en países desarrollados como Estados Unidos, y ya  hay millones de muertos. Aunque ya hay vacunas, hay una incertidumbre muy grande, porque no se sabe cuándo estarán disponibles, si son eficaces o por cuánto tiempo lo serán.

Eso ocurre, y aquí la paradoja, en el momento que se muestra la gran potencia humana, la tremenda fuerza tecnológica de la cuarta revolución industrial; la revolución de la inteligencia artificial, de la robótica, de la impresión 3D, del internet de las cosas.

2. Siendo global, la pandemia no es democrática, es caótica. La pandemia ha pasado por todos los países del mundo, independientemente de su nivel de desarrollo, pero no es democrática, porque “los blancos privilegiados del virus” son los pobres, los migrantes, los refugiados, las mujeres, los afrodescendientes, es decir, las personas que antes de la pandemia ya eran vulnerables por la pobreza, el hambre, la falta de acceso a la salud pública, la violencia policiaca, la violencia doméstica.

3. La gente no ha buscado a los mercados para protegerse, ha buscado al Estado. En los últimos 40 años se ha vivido con la idea de que el capitalismo neoliberal es la única economía posible y que vivir según las normas de las sociedades capitalistas es el futuro, porque no hay alternativa. Asimismo, el neoliberalismo ha dicho que el Estado no es importante en la sociedad, porque es corrupto e ineficiente; y que los mercados son los reguladores autónomos y racionales de la vida económica y social, y por eso se busca privatizar lo que se pueda, como la salud.

Pero en la pandemia la gente no ha buscado a los mercados para protegerse, ha buscado al Estado para protegerse. Sin embargo, en muchos países el Estado “no estaba preparado para protegernos”, por ejemplo, en muchas naciones, como Estados Unidos, no hay un sistema de salud pública, porque la salud está privatizada. Entonces mucha gente se siente abandonada, “abandonada por los mercados, abandonada por el Estado”.

4. En esta crisis pandémica el capitalismo se hizo más agresivo. Algunos sectores han visto en esta crisis pandémica un negocio, como se ve ahora con las vacunas. Existe un movimiento global que exige no haya patentes cuando hay una emergencia sanitaria, porque es necesario vacunar a todo el mundo lo más rápido posible, pero los dueños de las patentes dicen que no es posible y muestran resistencia; “por eso, gran parte del mundo no va a ser vacunado este año ni el año entrante”.

Asimismo, según datos son oficiales, ocho billones de dosis de vacunas están reservadas en el mundo, seis billones de ellas por los países desarrollados, que concentran más del 80% de las vacunas, cuando a lo máximo representan el 30% de la población mundial.

¿Cuáles son los desafíos a la universidad?

En este contexto, Boaventura (Doctor Honoris Causa por la IBERO Ciudad de México, la IBERO Tijuana, la IBERO Puebla, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente -ITESO- y el Instituto Superior Intercultural Ayuuk -ISIA-), mencionó que la universidad también ha sido perturbada por la pandemia, pues a pesar de usar mucho la internet hoy en día, tiene su base en la presencialidad. “La copresencia en la enseñanza es fundamental, no solamente por la enseñanza, sino por la sociabilización de los estudiantes”.

Se dice que en las universidades hay dos currículos: uno es el que utiliza el profesorado; y otro es en el que las y los estudiantes aprenden unos de los otros. Esa sociabilidad es muy importante para la vida de las y los alumnos, es donde aprenden a ser ciudadanos, donde están fuera de sus familias y comunidades, donde conocen alternativas y propuestas de conocimientos, de cultura, comentó.

Con el cierre de campus de muchas universidades en el mundo, y la impartición de las clases online, se ha acelerado de una manera brutal la transición digital. Ciertamente, las universidades están intentando incrementar el uso de diferentes tecnologías, pero siempre considerándolas complementarias, porque no pueden sustituir la presencia de profesores y estudiantes en los campus, que son “el alma de la universidad”.

Mas de repente, parece que la enseñanza online pasó a ser lo principal y en varias universidades hay una tendencia a utilizar la pandemia como una oportunidad de acelerar al máximo la transición digital. Esta aceleración trajo como consecuencia, en todo el mundo, un incremento de la desigualdad en todos los niveles de educación, o sea,  a las desigualdades viejas se suman ahora las nuevas.

Otra desventaja de la transición digital acelerada es que limita la protesta, porque si las y los estudiantes no están presencialmente en el campus, cómo se van a reunir, cómo van a protestar; y a esto se debe prestar atención, porque ese no es el camino. “Claro que debemos utilizar las tecnologías de información como ya las utilizábamos, y quizás más por supuesto, pero esto no puede de ninguna manera llevar a abandonar las presencias de profesores y de estudiantes en la universidad”.

Entonces, cómo va la universidad a resistir a estas tendencias que la van a aislar de su función social, que exige proximidad a la sociedad y a sus comunidades. Al respecto, Boaventura recordó que la universidad ha pasado por tres reformas.

  1. La reforma de Córdoba, Argentina (1918). Reforma dentro de la elite poscolonial de Argentina, en la que los jóvenes pensaban que la universidad era demasiado elitista y poco relevante para la sociedad. Esta reforma llevó al incremento de la función social de la universidad. “Por ejemplo, los departamentos de extensión nacen de ese proceso”.
  2. La reforma posterior a la Segunda Guerra Mundial. Se democratizó el acceso a la universidad pública, con acciones afirmativas que permitieron la diversidad racial y étnica. Esta reforma sigue en curso, pues no está lograda plenamente.
  3. La descolonización de la universidad. Es una reforma más profunda, que empezó en Sudáfrica, que pasó a varios países de Europa y de América Latina. Ya no se limita a democratizar el acceso a la universidad, sino que busca cambiar los currículos y planes de estudio, “porque nuestras universidades, de hecho, son muy elitistas en el conocimiento que enseñan” (al que Boaventura llama ‘epistemologías del Norte’).

Escenarios

La tercera reforma sucede en un momento en que la pandemia plantea dos escenarios por los que el mundo puede caminar, por lo que las y los universitarios deben prestar atención a cuál escenario será el prevaleciente.

  1. Escenario negacionista. Considera que la pandemia es una crisis sanitaria que va a pasar sin grandes disturbios, “claro, con mucha muerte, pero va a pasar”, porque llegarán las vacunas y todo volverá a la normalidad “y nosotros vamos a seguir como siempre”. Éste, a juicio del sociólogo portugués, es quizá el escenario más probable.
  2. Sin grandes cambios, habrá mucha protesta social. Los ‘think tank’ (grupo de expertos que, Boaventura afirmó, no están interesados en el cambio social) están pensando que si no hay grandes cambios habrá mucha protesta social, por ejemplo, ante el desempleo y la falta de dinero de muchos Estados, lo que les impedirá reforzar sus sistemas de salud y de educación.

En este entorno, las universidades van a ser más defensivas que otra cosa, “porque el Estado no puede responder sino por la represión”. Y es que estos think tank piensan que es necesario incrementar el presupuesto de las policías, de los ejércitos, pero no el presupuesto de la educación.

Es así que las universidades -lugares privilegiados donde se puede producir conocimiento libre, crítico, plural, independiente-, sobre todo las públicas, van a pasar un periodo difícil, por un cierto conservadurismo, a veces religioso y a veces secular, que va a limitar la pluralidad de la discusión democrática, intercultural y de conocimientos en la universidad.

Aunque es un “optimista trágico”, porque “tengo esperanza, pero estoy consciente de las dificultades”, Boaventura cree que hay otro paradigma, otro escenario. Si bien es una crisis esta pandemia, también ha mostrado que hay alternativas. Por ejemplo, tantas personas que pasaban los fines de semana en los centros comerciales, cuando éstos cerraron, se quedaron en sus hogares y de repente pudieron pasar más tiempo con sus familias, lo que cambió su necesidad de tener un consumo excesivo dentro de las ciudades, donde la polución bajó, porque no había tanto transporte.

Y la alternativa en la pandemia es que el virus (coronavirus) “es un mensajero de la naturaleza” que le está diciendo a la humanidad que si sigue con los megaproyectos, con la minería a cielo abierto, con la contaminación de los ríos, con la destrucción de los bosques, se van a desestabilizar los ciclos vitales de los animales salvajes, cuyos virus pasarán a los humanos, cuando “nosotros no estamos preparados para defendernos, y por eso lo que va a pasar es que van a surgir más pandemias”.

Como “la Madre Tierra nos va a seguir dando señales fuertes de que es necesario cambiar el sistema de producción, de consumo, de vida”, las universidades tendrán la alternativa de posicionarse en los próximos tiempos; de pensar el urbanismo, la movilidad, la economía, la energía, de pensar los modelos de consumo.

El reto es que “como universitarios debemos luchar para que este sea un escenario discutido en nuestras universidades”, para que la gente empiece a ver que realmente hay que luchar por un futuro más equilibrado con la naturaleza, donde el desarrollo no desestabilice sin más la vida del planeta.  Esta es la tarea que tiene la universidad.

“Recientemente estaba en Inglaterra, en Bristol, y un estudiante me preguntaba: pero profesor, la universidad no es parte del problema, cómo puede ser parte de la solución. Yo le dije: de hecho, la universidad también es parte del problema, porque nosotros hemos enseñado siempre este modelo de desarrollo donde estamos ahora”.

Entonces la reforma de la universidad consiste en cómo enseñar otro modelo de desarrollo. Y para ser parte de la solución, no del problema, la universidad tiene que cambiar, tiene que hacer cambios en su currículo, en cómo imagina las disciplinas y cómo trae otros conocimientos. Esa será su tarea de las próximas décadas.

Boaventura, para quien el futuro próximo será muy represivo o una oportunidad para abandonar un sistema, transicionalmente, gradualmente -porque no se puede cambiar de modelo de un día para otro-, no hay otro lugar para estudiar esa política de transición que las universidades. “Esta es nuestra responsabilidad, yo los convoco a discutirla”, concluyó.

Vale mencionar que el Dr. Saúl Cuautle Quechol S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, presentó al Dr. Boaventura de Sousa Santos previo a su conferencia, al término de la cual compartió algunas reflexiones sobre la misma el Mtro. Mario Patrón Sánchez, Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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PEDRO RENDÓN/ICM

 

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