Dentro del campo de la educación corporizada, el uso de robots suaves ayudaría a desarrollar la propiocepción (conciencia de nuestra posición corporal y de las partes del cuerpo en el espacio) y la cinestesia (conciencia corporal durante el movimiento de cada parte del cuerpo) en niñas y niños de cinco años y menores, afirmó la Dra. Ximena González Grandón, investigadora de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Como la conciencia o percepción visual necesita de la retina, los sensores de la propiocepción están localizados en las articulaciones, los músculos y también en la piel. Por lo que podemos estimularlos y desarrollarlos con robots suaves, con una caricia afectiva cuando, por ejemplo, una niña o niño abraza un robot suave en forma de osito de felpa; o con programas específicos en la interacción con el robot que fomenten el equilibrio, la postura y hábitos motores.

Debido a que las personas son seres afectivos, necesitan que sus aprendizajes siempre estén acompañados de emocionalidad, por ello, si para la educación corpórea y socioemocional de infantes se recurre al empleo de un robot suavecito en forma de oso o pulpo, se fomentaría la afectividad e interacción social durante la promoción de un aprendizaje propioceptivo, dijo la docente del Departamento de Educación.

Y si durante la primera infancia --primeros cinco años de vida--, que es el momento más lúdico e imaginativo en la vida de las personas, los robots suaves se presentan como juguetes, se abre la posibilidad de brindar una educación corporizada basada en el juego, es decir, enseñar a las y los pequeños a coordinar, equilibrar y reconocer las posibilidades de actuar de sus cuerpos, jugando.

Con el fin de aprovechar las posibilidades de este proceso cognitivo en la primera infancia, desarrollar un robot que sea un juguete didáctico, que forme parte de planes educativos, que promueva aprendizajes significativos para toda la vida, y que además, estimule al mismo tiempo el placer, la emoción y la felicidad, la doctora González y el doctor Alexandro López González, académico del Departamento de Estudios en Ingeniería para la Innovación, coordinan la investigación ‘Desarrollo de robots suaves para educación corporizada de la propiocepción en primera infancia’.

El aporte de González Grandón a este proyecto, financiado por la Dirección de Investigación y Posgrado de la IBERO, será dar los marcos teórico y práctico-pedagógicos de la educación corporizada, o sea, qué es y cómo generar actividades de aprendizaje para fomentar la propiocepción y la cinestesia en la primera infancia.

Para enseñar dentro y fuera del aula esos procesos propioceptivos, Ximena, educadora, cognitivista y médica, determinará con base en cada etapa del desarrollo ontogenético y de los periodos críticos de aprendizaje de las y los infantes, qué interacciones motoras, perceptuales y afectivas con los robots suaves son adecuadas para niñas y niños de un año de edad, dos, y así sucesivamente hasta los cinco.

En la investigación interdisciplinar ‘Desarrollo de robots suaves para educación corporizada de la propiocepción en primera infancia’ participan, además de Ximena González y Alexandro López, estudiantes de la Licenciatura en Pedagogía, de la Maestría en Investigación y Desarrollo de la Educación y de la Maestría en Ciencias de la Ingeniería.

PEDRO RENDÓN / JCM

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