En el marco del Segundo Foro Intercultural del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) convocó a la conferencia “Nociones y perspectivas de la interculturalidad en universidades jesuitas: avances, retos y proyecciones”. La sesión, realizada en el Auditorio Amado Aguirre de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, fue un ejercicio de diálogo —más que una ponencia— entre dos referentes clave en el tema: Sylvia Schmelkes y Daniel Mato.

Racismo estructural e ignorancia: el doble reto

Schmelkes, académica honoraria de la IBERO y una de las pioneras en educación intercultural en México, recordó que desde 2020 la IBERO incluyó la interculturalidad como uno de los tres ejes transversales en sus planes de estudio Manresa. La decisión, dijo, se tomó ante la urgencia de confrontar el racismo inconsciente de aquellas personas “que no conocen la historia de opresión de los pueblos indígenas” ni la riqueza cultural del país. “El racismo es, en gran medida, ignorancia”, señaló.

Más allá de lo funcional y lo crítico

Por su parte, Daniel Mato —doctor en Ciencias Sociales y director de la Cátedra UNESCO de Educación Superior en Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina— advirtió sobre el uso rígido del término “interculturalidad crítica”. Cuestionó la utilidad de dicotomías como interculturalidad crítica e interculturalidad funcional, pues “la mayoría de las experiencias universitarias reales no encajan en esas categorías”.

“Hay que dejar de imaginar que transformar una universidad convencional en intercultural es un acto teórico. Se trata de cambiar prácticas, estructuras y relaciones en contextos específicos”, subrayó. A su juicio, es necesario entender la interculturalidad como un proceso político, epistemológico y profundamente situado. Y eso incluye repensar qué entendemos por cultura, por calidad académica y por progreso.

Construir definiciones colectivas, con metas realistas

Ambos ponentes coincidieron en que las definiciones de interculturalidad útiles para el SUJ deben nacer desde adentro, con participación de autoridades, estudiantes, académicos, egresados y representantes de pueblos originarios. “Hay que identificar lo que ya se ha hecho, reconocer avances, pero también establecer mecanismos de monitoreo, responsables y horizontes alcanzables”, propuso Schmelkes.

También alertaron sobre un riesgo creciente: la confusión entre internacionalización e interculturalidad. “Pueden dialogar, pero no son lo mismo. Una universidad puede ser internacional y seguir reproduciendo racismo en sus aulas”, afirmó la investigadora.

Los expertos insistieron en que la interculturalidad no puede quedarse en planes y discursos. Debe permear la convivencia diaria, los protocolos contra la discriminación, la formación docente, los criterios de investigación, las lenguas presentes en el campus y la apertura a otras cosmovisiones. “La transformación universitaria es condición necesaria para una transformación social más amplia”, dijo Mato.

Texto y fotos: Mariana Domínguez Batis

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