Aún estamos a tiempo: análisis de la nueva exhortación del Papa sobre la crisis climática
Por: Dr. José Sols Lucia, académico del Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (jose.sols@ibero.mx)
Unos minutos antes de la medianoche del 14 al 15 de abril de 1912, el Titanic colisionó con un iceberg en el océano Atlántico. Tras una rápida evaluación de los daños, el ingeniero informó que el barco más grande y lujoso del mundo se hundiría en pocas horas. Muchos de los pasajeros de primera clase que estaban en una fiesta elegante no se creyeron la noticia porque “el Titanic no se podía hundir” y siguieron bailando. El Titanic se hundió dos horas después, a las 2.20 h. Murieron 1.500 personas.
El Titanic es una parábola del mundo moderno. Desde hace medio siglo sabemos científicamente que el planeta no puede soportar el actual ritmo de consumo de recursos naturales y de emisión de residuos que tiene como consecuencia el calentamiento global, la escasez de agua potable, la desaparición de especies, la subida del nivel del mar, la fusión de los hielos polares, la pérdida de masa forestal, la desertificación de la tierra y movimientos migratorios masivos y dramáticos, entre otros fenómenos.
El Informe Meadows, Los límites del crecimiento, de 1972, encargado por el Club de Roma a un equipo del Massachusetts Institute of Technology (MIT), mostró que, en caso de no cambiar nuestro estilo de vida, el “punto de no retorno” estaba situado al cabo de cien años. El “punto de no retorno” o “punto crítico” es aquel más allá del cual, aun cuando adoptemos medidas, ya será demasiado tarde para evitar el colapso planetario. Los últimos estudios lo acercan cada vez más y lo sitúan en la década de los treinta. Después de cientos de miles de años de existencia del ser humano en la Tierra, nuestra generación es la del punto de no retorno, la que pudo evitar la catástrofe ecológica pero optó por no hacerlo, la que prefirió seguir bailando, como en el Titanic.
Sin embargo, aún estamos a tiempo.
Hoy, 4 de octubre de 2023, día de san Francisco de Asís, el papa Francisco ha publicado la exhortación apostólica Laudate Deum (“Alabado sea Dios por todas sus criaturas”, expresión tomada del Cántico de las Criaturas del santo de Asís) acerca de la crisis climática.
El papa ya había publicado una encíclica sobre el cuidado de la Casa Común en mayo de 2015, extraordinario texto en el que mostraba que no hay dos crisis distintas, una social y otra medioambiental, sino una sola crisis integral, que abarca todos los órdenes de la vida humana sobre la Tierra. En ella el pontífice nos decía que la crisis ecológica tiene raíces antropológicas, éticas y espirituales: una errónea forma de entender lo que es el ser humano nos lleva al desastre medioambiental y humano. Aquella carta causó impacto y fue muy bien recibida en la COP21 (Conferencia de las Partes sobre cambio climático, organizada por la ONU), celebrada en París en diciembre de aquel mismo año.
Ocho años después, el papa publica una segunda parte de aquella encíclica, la exhortación apostólica Laudate Deum, y lo hace porque la situación es alarmante. De un texto de quince páginas, el papa dedica las trece primeras (nn. 1-60) a rebatir los argumentos de los negacionistas de la crisis climática, a denunciar a los poderes económicos y políticos que se están aprovechando de la situación y a mostrar que un cambio de paradigma es necesario y urgente. Las dos últimas páginas (nn. 61-73) van dirigidas a los católicos y a los hermanos y hermanas de otras confesiones religiosas, argumentando desde la fe religiosa la necesidad de preservar la vida en la Tierra, así como la vida humana en ella.
El papa no podría haber bajado más a la arena. Como Jesús en la Última Cena, hoy el papa se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura y empezó a lavar los pies de la humanidad. Y eso es lo que nos invita a hacer a todos, sin excepción. Nos invita a que cada ciudadano, cada familia, cada empresa, cada institución, cada partido político, cada gobierno, haga ya lo posible por abandonar nuestro paradigma tecnocrático (aquel en el que creemos que la tecnología podrá solucionarlo todo, como lo pensaban los ingenuos pasajeros del Titanic) y sustituirlo por el paradigma antropocéntrico situado, aquel en el que entendamos que el hombre, aun teniendo una dignidad muy distinta a la del resto de criaturas, forma parte de la naturaleza, no está fuera de ella.
No se trata simplemente de introducir nuevas tecnologías menos contaminantes, algo sin duda importante: se trata de repensar nuestro modo de ser humanidad en la Tierra. Si lo hacemos, las generaciones futuras nos lo agradecerán.
Aún estamos a tiempo.
Contenido relacionado
- Exhortación apostólica Laudate Deum
- Carta Encíclica Laudato Si'
Notas relacionadas
- Semana Laudato Si’ 2023: Esperanza para la Tierra, esperanza para la humanidad
- En la semana Laudato Si', ¿cómo llevar a la práctica la ecología integral?
- IBERO y cinco universidades se unen para atender crisis ambientales
- Laudato si' Ecología es hacer justicia
- Laudato si' sobre eL cuidado de La casa común
Las opiniones y puntos de vista vertidos en este comunicado son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten
y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de la Universidad Iberoamericana.
Para mayor información sobre este comunicado llamar a los teléfonos: (55) 59 50 40 00, Ext. 7594, 7759
Comunicación Institucional de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México
Prol. Paseo de la Reforma 880, edificio F, 1er piso, Col. Lomas de Santa Fe, C.P. 01219