¿Cómo se ha transformado la CDMX en 50 años? Topelson y Grinberg lo cuentan en la IBERO
Estudiantes de la Universidad Iberoamericana llenaron el salón QPB-15, uno de los más grandes del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil, para revivir 50 años de arquitectura y urbanismo narrados, en primera persona, por dos de sus más célebres protagonistas: Sara Topelson y José Grinberg.
Hace más de medio siglo se conocieron cuando ambos estudiaban la licenciatura, se casaron, formaron una familia y en 1972 fundaron Grinberg & Topelson Arquitectos, un despacho que ha cosechado innumerables premios, pero cuya trayectoria ha tenido menos reflectores que otra faceta que ha llevado el nombre de Sara Topelson a los libros de historia: Es la primera mujer en ser elegida Presidenta de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA).
Para hacer un recuento por sus más de cinco décadas de trayectoria, en la IBERO se inauguró la exposición “Sara Topelson, arquitectura y vida en la diversidad / Grinberg + Topelson”, en la que además de los homenajeados, estuvieron presentes el Mtro. José Luis Gutiérrez, Director del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de nuestra universidad y la Dra. Gabriela Estrada Díaz, Coordinadora de la licenciatura en Arquitectura.
“El currículum de Sara Topelson y José Grinberg es tan extenso, que siempre deja de lado algo que yo siempre les he admirado mucho, la parte humana, la claridad y la calidez con que siempre se presentan, por eso son tan queridos en el gremio”, dijo el Mtro. José Luis, quien agregó: “Me complace mucho que podamos asomarnos a su mundo, ver la calidad que se reflejan en toda su obra arquitectónica, en el manejo de los detalles y en la atención a las y los usuarios de sus proyectos”.
La CDMX y sus primeros pasos para aplicar el diseño urbano
¿A qué se refiere el Mtro. Gutiérrez con este último punto? Durante los 60 y 70, la Ciudad de México crecía de forma acelerada, pero no se pensaba el diseño urbanístico como lo conocemos actualmente, José Grinberg recuerda que en la década de 1960, más o menos por el 65 cuando él comenzó a realizar sus primeros proyectos “el mercado y las políticas públicas estaban orientadas a hacer casas unifamiliares” y no se tomaba en cuenta cómo esas construcciones impactarían en la vida cotidiana de las personas.
En los 60, eran jóvenes los conceptos actuales de “densidad, de diseño urbano, no había un orden en el crecimiento de las ciudades”, agrega Grinberg. Fue hasta los 70, cuando el gobierno del Distrito Federal lanzó el Plan de Desarrollo Urbano aprobado en 1976, “que por primera vez estableció el Reglamento de Uso de Suelo para garantizar la densidad de construcción y de población, así como la altura de los edificios”, menciona Enrique Sánchez Cervantes en El desarrollo de la ciudad de México, un paper publicado por la UNAM.
A finales de la década del 70, el “95% de los habitantes de la CDMX vivían en las delegaciones Gustavo A. Madero, Azcapotzalco, Iztacalco, Iztapalapa, Coyoacán y Álvaro Obregón, principalmente, mientras que el 5% restante se encontraba en los núcleos rurales de la urbe: Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco. Esta última delegación fue conurbada con la ciudad en la década de los 60”, de acuerdo con el libro La Ciudad de México, de Claude Bataillon y Hélène Rivière D’Arc, publicado en 1979.
Así transcurrieron los 80
“Tuvimos nosotros la oportunidad de comenzar a trabajar en vivienda social, fue muy interesante, el primer proyecto que hicimos fue a través de un concurso que ganamos y se hizo aquí en Lerma, tuvimos algunas ideas que todavía persisten en nuestro quehacer arquitectónico”, recordó José Grinberg.
Al respecto, Sara Topelson puntualizó “el concurso que ganamos fue en 1985, algo muy importante es que fue lanzado por Plácido Domingo, quien quería hacer 200 casas en Lerma, que fueran muy seguras, para que la gente habitara después del sismo, el proyecto se hizo en 86 y se construyó en 87”.
Contextualizando, durante los 70 crecieron zonas urbanas en el Estado de México como Cuautitlán Izcalli, Ciudad Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Naucalpan y Ecatepec. Para la siguiente década, el sismo de 1985 cambió el panorama de la Ciudad de México y la delegación Tláhuac registró un gran aumento poblacional; asimismo, surgieron zonas como Santa Fe, que de ser un tiradero de basura se convirtió en sede de corporativos y universidades como nuestra IBERO.
El crecimiento de esta zona en los 80 impulsó el desarrollo de vivienda rumbo a Toluca y sumó a la zona metropolitana los municipios de Lerma y Huixquilucan, el primero, es al que se refiere la arquitecta: “Desde ese proyecto, presentamos algo que no pedía el concurso, hacer 120 casas y 80 departamentos, cuando lo vieron dijeron, pero si eran puras casas, y nosotros respondimos, sí, pero la ciudad no se construye de puras casas, tiene que haber más densidad, por eso pusimos departamentos, pero a cambio, propusimos que se hiciera un mercado para la zona, una clínica, un kínder y una escuela primaria”.
Topelson recalca que en la planeación urbana siempre debe ponerse mucho énfasis en los espacios públicos que acompañarán a los desarrollos habitacionales y José Grinberg suma que en el caso de la vivienda social, esas zonas son aún más importantes: “Las casas son tan pequeñas que todo el desarrollo urbano que se tiene que hacer, los equipamientos, van generando realmente los entornos de vida”.
¿Cómo han cambiado los parámetros de construcción?
El arquitecto Grinberg recuerda que “comenzaron a diversificarse nuestros proyectos, diseñamos también residencias, luego en la ciudad, la situación económica y social del país fue abriendo diferentes oportunidades, se cambió el concepto de hacer vivienda unifamiliar y comenzaron más desarrollos de vivienda vertical, como le llamaban entonces, pero este tipo de construcciones eran de dos o tres niveles, como lo señalaban las políticas de Infonavit y Fovissste en ese momento”.
“Fue un proceso lento que se ha ido trabajando, aquí en la exposición, también presentamos algunos de los diseños que hemos hecho para otro grupo que apareció en el contexto de la arquitectura, que son los desarrolladores, los cuales son muy importantes en el crecimiento urbano de una ciudad y hay que trabajar de la mano con ellos, debemos entenderlo pero también hay que luchar por tratar de que nuestros proyectos generen más elementos de vida en la ciudad”, dice el arquitecto.
Respecto de proyectos de otra índole, Sara Topelson mencionó: “uno de los que más nos llega al corazón está aquí cerca (de la IBERO), es el Centro Cultural Mexiquense Anáhuac, fue un reto, desde que comenzó el proyecto hasta su inauguración pasaron 20 años, pero nunca nos desesperamos porque sabemos que hay proyectos de largo aliento a los que te tienes que ir adaptando, tienes que entender la filosofía, sobre todo cuando es una institución académica, hay muchos cambios”.
“Por ejemplo, en el análisis se vio que un teatro sin una Escuela de Artes, en una universidad, no funciona y el proyecto cambió de ser teatro y centro cultural, la zona de museos se transformó en la escuela”, mencionó la arquitecta, quien durante 28 años fue docente de la Universidad Anáhuac, donde se construyó el proyecto al que hace referencia.
Los números cambiaron nuestra visión de la vivienda en México
La arquitecta Topelson compartió que tras finalizar su periodo como Presidenta de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) en 1999, en Infonavit la invitaron a crear “un Centro de Investigación y Documentación de la vivienda… Comencé a trabajar haciendo seminarios, sobre la autoconstrucción, sobre las tecnologías en la vivienda, sobre materiales para la vivienda, pero vi que los seminarios eran un poco repetitivos y descubrí que había un rubro abandonado, que era la documentación sobre cuánta vivienda hay, de qué tipo y en dónde se hace en el país”.
“En ese momento no sabía cómo hacerlo, eso también tómenlo en cuenta, que no tenemos que ser sabelotodos, pero investigué quién hacía el mejor estudio de la vivienda en el mundo y era Harvard, hacen un estudio anual que se llama The State of House, yo dije, ‘quiero hacer uno de México, ¿me apoyan?’, me dijeron ‘sí, sí te apoyamos’, me fui a Boston, investigué qué necesitaba, me informaron que me iban a cobrar, pues sí, ni modo que fuera gratis, pero aseguraron ‘te vamos a pasar la metodología’”.
La arquitecta recuerda: “Fui el primer año, vinieron los investigadores a México, nos enseñaron la metodología y hace un mes se publicó la edición número 23, la primera fue en 2004, y acaba de publicarse la 2022, llevamos 23 años consecutivos publicando este reporte, ahí van a ver los libros, que son de este reporte (en la exposición)”.
“Cambió el cómo vemos la vivienda en el país porque ya hay números, ya no pueden inventar, que hicieron no sé qué o que no hay vivienda abandonada, claro que hay, tampoco pueden decir que no se vulneró el territorio al construir en periferias que no eran aptas, todo viene documentado y claro que a Infonavit comenzó a no gustarle, el Centro estuvo dentro de Infonavit durante año y medio y cuando al Director ya no le pareció me dijo vete”, señaló Topelson.
“Entonces conseguí un grupo de sponsors y ha seguido hasta hoy, ya hay muchos otros que hacen lo mismo”, agregó la arquitecta que, sin embargo, reconoce este proyecto como “una forma de abrir otro camino”, en el que hay datos y cifras.
El espacio público y su importancia en el desarrollo de las ciudades
Siguiendo en esta línea, Sara Topelson habló de otra de sus propuestas: “Terminando una gestión como funcionaria pública (estuvo al frente de la Dirección de Arquitectura y Protección del Patrimonio Artístico Inmueble del INBA), fundé DOCOMOMO México, es el Centro de Documentación y Conservación del Movimiento Moderno a nivel mundial, pero en nuestro país no había uno, investigué y necesitaba 10 investigadoras/es que escribieran sobre arquitectura contemporánea, debíamos organizarnos y mandar la solicitud”.
“Logramos fundar DOCOMOMO México en 2005, hoy continúa, hemos hecho varios congresos en Puebla, en Mérida, en Morelia y uno internacional”, señala Topelson, quien durante toda la charla mantuvo atentas y atentos a los alumnos, no sólo por su gran experiencia, sino también por su agudeza mental, su elocuencia y la compleja combinación de pragmatismo, sencillez y franqueza con la que narra sus más de 50 años de historia dentro del mundo de la arquitectura a nivel nacional e internacional.
La incansable arquitecta --quien a sus 76 años se mantiene en activo y conserva la curiosidad y avidez por el conocimiento que la llevó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en una época en la que sólo había 10 mujeres inscritas, en grupos de 110 estudiantes--, recuerda que en uno de sus últimos cargos públicos, el jefe de Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social), al ofrecerle este trabajo le preguntó ¿dígame una acción, una sola, sin importar si es grande o pequeña, que beneficie a toda la Ciudad de México?
“Mi respuesta fue rápida y clara: Un programa de rescate de espacios públicos”, respondió Topelson, quien de su gestión como Subsecretaria de Desarrollo Urbano y Orientación del Territorio de Sedesol, que asumió de 2007 a 2012, está orgullosa porque “rescatamos, en seis años, 4,500 espacios públicos en el país, por ahí van a ver el libro en la exhibición”.
“Si no hay espacios públicos no tenemos ciudad”, dice la legendaria arquitecta, quien destaca que son graves las consecuencias de que las y los tomadores de decisiones no entiendan que no se trata sólo de construir casas, sino de desarrollar obra pública alrededor, como hospitales, escuelas y vías de transporte: “es un sistema de vida, no le puedes hacer a la gente una casita y ya, es algo que los gobiernos no entienden y por eso hay tantas casas abandonadas en el país”.
Las inclusión de las mujeres en la Arquitectura
Sara Topelson no tiene miedo de hablar con la verdad, es algo que le ha costado su salida de cargos públicos y que en un entorno como la arquitectura, que por siglos estuvo reservado sólo para los hombres, le ha generado críticas; por ejemplo, en 1988, tras varios años como miembro del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México, expresó su deseo de ocupar el cargo de Presidenta y “me pusieron una cara de 'ésta de verdad enloqueció' ”.
Por fortuna, ha sido paciente e inteligente para buscar caminos alternos y su persistencia la ha inscrito en los libros de historia de la arquitectura; en 1996, en los titulares de los diarios nacionales se podía leer: “Encabeza una mexicana a un millón de arquitectos” o “La mexicana Sara Topelson, elegida nueva Presidenta mundial de los arquitectos”.
La elección de Topelson como Presidenta de la Unión Internacional de Arquitectos fue un parteaguas para el reconocimiento del trabajo de las mujeres en este rubro, pero su fama mundial --que la ha llevado junto a José Grinberg a compartir la mesa con presidentes mexicanos y extranjeros y figuras consagradas de la arquitectura como Norman Foster y Richard Rogers--, no le quita la calidez y humanidad que destacó el Director del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la IBERO cuando la presentó.
Con gran humildad y con la sapiencia que le han dado más de cinco décadas de trayectoria, compartió con las y los estudiantes de la IBERO que el camino puede ser largo, recordó que ella y su esposo comenzaron con proyectos familiares y pequeños desarrollos, pasaron años para que en 1972 fundaran Grinberg & Topelson Arquitectos y agregó: “Las y los arquitectos tenemos que hacer de la arquitectura un modus vivendi, no podemos nada más diseñar y no cobrar, tenemos que vivir de algo”.
Otro consejo que le ofreció a las y los alumnos del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana fue que la educación será su mayor bien: “Quiero que lo tengan presente porque lo único que nos permite pasar por la vida, por cualquier país y por cualquier circunstancia difícil, migraciones, expulsiones, todo esto que estamos viendo hoy en el mundo, lo único que nos llevamos con nosotras y nosotros es nuestra educación, aprovechen este beneficio, esta bendición”.
Sara Topelson pidió que se incluyera su agradecimiento a la UNAM y al Director de la Facultad de Arquitectura, José Ignacio del Cueto, “porque ahí fue donde se gestó esta exposición, como parte de la cátedra Federico Mariscal y nos prestaron todo el material para que pueda ser montado hoy, así que quiero reconocer su generosidad”.
¿Aún no conoces el trabajo de Sara Topelson y José Grinberg? Te invitamos a visitar su exposición en los pasillos del Edificio Q, de la IBERO Ciudad de México, donde estará hasta el 30 de octubre de 2023.
Por: Laura Herrera Camarillo.
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