Distinguen a Estudiante IBERO con el Premio de la Juventud CDMX 2025
A los 22 años, Diego Mauricio Álvarez ha demostrado que la edad no es una barrera para impulsar cambios profundos. Como estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana (IBERO) Ciudad de México (CDMX), ha encontrado en el activismo una forma de promover los derechos de la diversidad sexual y de género.
Desde su propia experiencia, cuando llegó a nuestra casa de estudios, comprendió la urgencia de construir entornos seguros e incluyentes para todas las personas de nuestra comunidad. No se conformó con observar las desigualdades y decidió actuar.

Lideró la asociación estudiantil Plural Ibero, espacio que impulsa la visibilización y el respeto a las identidades y orientaciones diversas. Además, ha sido becario del Centro de Estudios Críticos de Género y Feminismos (Cecrige), donde aprendió a desarrollar proyectos con impacto real.
Su más reciente reconocimiento, el Premio de la Juventud 2025 de la Ciudad de México, no solo celebra el desarrollo colectivo del Fobiatómetro —herramienta pedagógica que mide niveles de violencia hacia la comunidad LGBTQ+— sino todo un recorrido de activismo constante.
“Este premio me confirma que voy por el camino correcto. Es el resultado de un gran trabajo en equipo y del apoyo de quienes han acompañado mis proyectos”, afirma con emoción.
¿Qué es el fobiatómetro IBERO?
El Fobiatómetro, desarrollado por un equipo de Plural Ibero y la Dirección de Vinculación e Incidencia del Cecrige, nació con el fin de visibilizar tanto las agresiones graves como las violencias sutiles que la comunidad LGBTQ+ enfrenta a diario.

Su diseño permite que las personas identifiquen, de forma autogestiva, si han sido víctimas o perpetradores de estas violencias, y a partir de ahí impulsen acciones para combatirlas. El proyecto fue posible gracias a Diego, Anto Kiaan Guerrero y Verónica Amadeu, así como Laura Pedraza Pinto, coordinadora de Vinculación e Incidencia del Cecrige.
Más allá de este proyecto, su paso por la Coordinación de Comunidad y Vida Estudiantil (COMVI) le enseñó el valor del trabajo colectivo y el alcance del activismo, mientras que el Cecrige lo impulsó a profesionalizar su lucha. “Me mueve la idea de un mundo donde se respeten los derechos humanos sin importar género, orientación sexual, religión, cultura o nacionalidad”, asegura.
A otros jóvenes que buscan transformar su comunidad, Diego les deja un mensaje claro: involucrarse en causas que les apasionen, aprovechar cada oportunidad y rodearse de personas que compartan sus metas. “Cuando trabajas pensando en tu comunidad, ese esfuerzo siempre se retribuye de alguna forma”.
Texto: Luis Reyes/Fotos: Mariana Domínguez y Diego Mauricio Álvarez
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