¿En qué consiste la ignacianidad que caracteriza a las universidades jesuitas?

Jue, 3 Ago 2023
Carlos Mario Castro Aparicio, académico del Departamento de Letras de la IBERO Ciudad de México, analiza la forma de pensar de Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús
Lo espiritual no se limita sólo a las devociones religiosas, sino que se trata de conocernos mejor a nosotros y nosotras mismas, dice el académico
  • Ignacio de Loyola experimentó una conversión durante su recuperación tras haber sido herido en la batalla de Pamplona, en el siglo XVI. (Pintura: Albert Chevallier-Tayler, Ignacio convaleciente en Loyola, 1904)

Un joven soldado recibió durante la batalla de Pamplona, luchando contra los franceses, un cañonazo que le rompió la pierna derecha y le malhirió la izquierda, el 20 de mayo de 1521. Fue ahí cuando su vida cambió radicalmente, ya que durante su convalecencia leyó la vida de Cristo y decidió reorientar la suya. Se trata de Ignacio de Loyola, quien, tras su conversión, fundó la Compañía de Jesús, de cuyo proyecto educativo forma parte la Universidad Iberoamericana

Mientras se recuperaba, Ignacio de Loyola pidió para entretenerse libros de caballería, pero en lugar de eso, le entregaron libros piadosos: la Vita Christi del Cartujano y la Leyenda dorada, del dominico Jacobo de Varazze. Y ahí comenzó su conversión. Después, comenzó un peregrinaje que lo llevó por España, Jerusalén, Francia e Italia, y fundó en Roma en 1540 la Compañía de Jesús con amigos y compañeros. 

La mundana espiritualidad ignaciana 

El pensamiento jesuita, el modo de ser ignaciano iniciado por este santo, acerca la fe cristiana a una especie de espiritualidad mundana que Carlos Mario Castro Aparicio, académico del Departamento de Letras de la IBERO Ciudad de México, describe en su ensayo Ignacianidad; una espiritualidad para el mundo civil moderno

El académico describe la espiritualidad como esa inquietud del ser humano por conocer “el significado de la vida al explorar su sentido, y cuál es el mejor camino para vivir con auténticas, aunque siempre relativas, plenitud y libertad”. Indica que lo espiritual no se limita sólo a las devociones religiosas, sino que se trata de conocernos mejor a nosotros y nosotras mismas con ayuda de la meditación y el examen honrado de nuestra interioridad mediante técnicas como la conversación, la lectura y el registro por escrito del trajinar de nuestra conciencia. 

Es en este sentido que el autor del ensayo aborda el método de Ignacio de Loyola. “La ignacianidad alude a un modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de conversar con la voz interior y de otras espirituales operaciones”. 

Agrega que, a diferencia de los monasterios, ensimismados en su soledad y el desprecio altivo de sus monjes a todo lo mundano, la ignacianidad se ocupa de lo cotidiano y más profano del mundo, de esos menesteres bajos y humildes que realizan todas las personas, sean creyentes o no, feligreses de algún credo o ajenas a ello. 

Castro Aparicio explica que, tal como expresó Jerónimo Nadal, uno de los primeros compañeros jesuitas de Ignacio, el sentido último de la ignacianidad consiste en volcar la vida y su mirada hacia las y los necesitados, hacia aquellos que no tienen a nadie que se preocupe por ellos y les ayude. 

Cuando en los monasterios los cuerpos se flagelaban según la creencia de que sus deseos saboteaban y ensuciaban la santidad, explica el académico IBERO, los primeros jesuitas procuraron que la salud corporal y emocional fuera condición de la espiritual, e insistían en los beneficios del bien dormir. También exhortaban al hábito de practicar alguna actividad física como complemento de las mentales. 

Lo mismo en el campo de los estudios, dice Carlos Mario, esta espiritualidad de Ignacio propuso para la formación en colegios y universidades ir más allá del canon de lo católico y ortodoxo, y dar cabida a las visiones diversas de lo humano y el mundo provenientes de lo griego y latino, de lo judío, musulmán y asiático; llegaron, incluso, a postular como clásicos necesarios de la humanidad a las cosmovisiones de los pueblos originarios. 

Como puedes notar, el pensamiento ignaciano que permea en el quehacer cotidiano de las instituciones educativas confiadas a la Compañía de Jesús está muy ligado a un particular enfoque de la espiritualidad. Si te interesa profundizar en el tema, Carlos Mario Castro recomienda consultar el manual de Ejercicios Espirituales y la Autobiografía de Ignacio de Loyola. Además de otros documentos de la orden jesuita como las Constituciones, la Fórmula del Instituto, el Diario Espiritual, y las cartas que Ignacio escribió sobre distintos temas de edificación humana y orientaciones de todo tipo. 

Texto: Yazmín Mendoza 

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