Investigadora de la IBERO ve aciertos y desafíos en el nuevo marco curricular

Lun, 7 Mar 2022
La Dra. Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (InIDE), los menciona
  • Dra. Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (InIDE).

La Dra. Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (InIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, indicó qué aciertos y desafíos ve en el nuevo marco curricular y plan de estudios 2022 de educación básica de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

En la mesa de análisis Nuevo marco curricular y plan de estudios Moreno centró sus comentarios en la interculturalidad crítica, que es parte de los ejes articuladores de la educación básica de las y los estudiantes, y que está relacionada con el pensamiento crítico y con la inclusión.

Precisó que en este documento la inclusión no hace referencia a quitar barreras a personas con capacidades diferentes, sino que comprende una formación incluyente de carácter decolonial, y que sugiere desarrollar procesos formativos y relaciones pedagógicas que permitan comprender durante la educación básica la lógica colonial que opera en la experiencia humana cotidiana.

“Aquí empiezan las fundamentaciones, que sin duda tienen toda la propuesta de las epistemologías del sur. De manera muy concreta, tiene esta definición de Catherine Walsh, de entender lo decolonial como esta manera de confrontar lo propio desde otras lógicas, desde otros pensamientos, que nos ayuden a analizar la deshumanización, el racismo, la negación, la destrucción de los campos otros del saber”.

Las prioridades de la educación básica, en cuanto a la inclusión, están centradas en temas de derechos de la sociedad, pero no nada más en el derecho a la educación, sino también en el derecho a la salud, a la vivienda, entre muchos otros.

Dentro de la inclusión se menciona a la educación intercultural y se habla de que las epistemologías del sur son igualmente válidas que el conocimiento científico y el humanístico tradicional. Se habla también de una educación para la ciudadanía, deliberativa, intercultural, con una conciencia de la biodiversidad y de su relación con las sociedades humanas.

El pensamiento crítico hace referencia a la diversidad, a los valores democráticos, a la ciudadanía. Además, el pensamiento crítico se ve como la capacidad de las niñas, niños y adolescentes de poder interrogar la realidad y oponerse de manera clara a la injusticia, la desigualdad, el sexismo, el racismo, el machismo, la homofobia.

Y a la interculturalidad crítica la plantea como una posibilidad de entender que las relaciones entre culturas son dinámicas y complejas, dan sentidos a la vida, crean subjetividades y siempre están desarrolladas en medio de una serie de dinámicas de poder. En la interculturalidad crítica también se nombran las asimetrías por motivos de clase, etnia, género, edad y capacidades, “que antes no se veía en este tipo de modelos educativos”.

En la interculturalidad crítica se mencionan todos esos diferenciadores y, de alguna manera se dice, “todo esto se expresa en la escuela, en cualquier escuela, (entendida) como estos lugares en donde se entrelazan estos privilegios y, al mismo tiempo, estas opresiones”.

Dentro de la interculturalidad crítica hay algunos puntos clave para comenzar los diálogos, que son: que las y los estudiantes desarrollen subjetividades sensibles, que sean capaces de indignarse y de tomar acción, y de establecer diálogos de saberes para escuchar las ciencias, las artes, la literatura y la historia, para construir didácticas desde los propios pueblos, y no creer únicamente que hay un saber hegemónico, occidental o del pensamiento moderno, sino una diversidad de saberes.

Se trata de desarrollar una ética de diálogo, reciprocidad, reconocimiento, respeto, interacción, justicia, libertad creativa y solidaridad; construir proyectos de servicio o intercambio solidario entre la escuela y la comunidad-territorio; crear ciudadanos desde una democracia intercultural con formas de representación distintas; aprender a realizar interacciones cognitivas, simbólicas, prácticas, con diversidad de conocimientos; y aprender a desarrollar un diálogo con la naturaleza, que derive en la construcción de una ética y normas de cuidado.

Esta propuesta busca que los diálogos puedan ser también transversales entre los campos formativos de lenguaje, pensamiento científico, saberes, ética, naturaleza y sociedad; y los diálogos de lo humano y lo comunitario.

Enunciado lo anterior, la Directora del InIDE dijo que en el nuevo marco curricular y plan de estudios alcanza a ver como aciertos, que se tiene una visión de educación más amplia en términos de la interculturalidad, que es: una educación desde y para la comunidad, no sólo para las clases medias; una educación sin racismo, sexismo, clasismo o cualquier tipo de violencia; y una educación para la libre determinación y la autonomía, “que sabemos que esa es una deuda pendiente desde la época del EZLN y de los Acuerdos de San Andrés. Entonces sería maravilloso que esto se pudiera lograr y que no quedara nada más en papel”.

Se ve a la diversidad como punto de partida y a lo comunitario como horizonte; se reconoce que ha existido un epistemicidio histórico, lo que “era necesario que se dijera abiertamente en un documento oficial como éste”; hay cuestionamientos fuertes a las políticas del mestizaje, “que pocas veces se habían querido analizar de una manera crítica en nuestro sistema educativo”; y se habla de la importancia de revertir la invisibilización y la discriminación de lo indígena y de la diversidad en general.

En cuanto a los desafíos que ve a la propuesta, la Dra. Moreno Medrano señaló: la posibilidad de que un documento así pueda tener continuidad en la siguiente administración; así como los recursos, es decir, “cómo van a estar destinados a que esto realmente pase, si nuestras escuelas siguen sin infraestructura y la formación docente sigue sin tener el rumbo claro que uno quisiera”.

Le preocupa también dónde están los procesos de aprendizaje -pues se habla poco de ellos-, y cómo se van a valorar y a evaluar. En estos procesos complejos, diferenciados, situados socioculturalmente y pertinentes “hay nada más como esta crítica a la forma en que se evaluaba antes, pero no hay una propuesta clara de cómo podemos saber que estamos desarrollando estos niveles de aprendizaje en las niñas y niños”.

Agregó que es importante plantearse a quién le habla el nuevo marco curricular, toda vez que, desde su punto de vista, está hecho con un lenguaje sumamente académico, entendible para ciertos sectores familiarizados con las epistemologías del sur, “pero no estoy segura de que esto logre socializarse en comunidades que a lo mejor no están tan familiarizadas con estos temas, y ahí hay un problema de divulgación muy importante”.

Y algo que me preocupa mucho de este proceso es en dónde están las y los docentes, en dónde estuvieron en el proceso de construcción, en dónde van a estar en el proceso de implementación, qué tanto se recuperaron sus propios saberes y experiencias”.

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