A pesar de contar con tres centros de origen y biodiversidad que han aportado importantes alimentos, Latinoamérica (LA) vive una paradoja alimentaria, pues esa riqueza no se aprovecha para alimentar a su población de manera adecuada. Estos centros son Mesoamérica, con la trilogía de la milpa: frijol, maíz y calabaza; los Andes, con la papa y la quinoa; y la Amazonia, con la piña. LA es la región más exportadora, con 25% de su producción de alimentos, y México, Perú y Chile son conocidos como el tazón de frutas del mundo. 

Así lo explicó en nuestra IBERO Ciudad de México el Mtro. José Luis Chicoma, Asesor Senior en Sistemas Alimentarios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), durante la charla Dietas Saludables y Sistemas Alimentarios Urbanos, en el Día Mundial de la Alimentación. Esta conferencia fue organizada por el Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad (Centrus) y el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (EQUIDE) de la IBERO, en el marco de los 20 años de este último, así como del lanzamiento de su nueva línea de investigación, denominada Prevención de Enfermedades Crónicas Relacionadas con la Alimentación.

El también ex Ministro de Producción en Perú agregó que la dieta saludable es muy cara en LA, con un costo de 4.08 dólares por persona al día, mientras que en el resto de América del Norte y en Europa es de 3.22 dólares. La solución para volverla más asequible es de tipo sistémico, es decir, mejorar los sistemas alimentarios que determinan qué es lo que llega a la mesa de las y los consumidores. En estos sistemas influyen la biodiversidad, los factores territoriales, la disponibilidad de agua, gobernanza y política.

La urbanización, añadió, ofrece la oportunidad de concentrar en un mismo lugar la oferta de gran cantidad de alimentos. Lamentablemente, en realidad en las ciudades hay más productos ultraprocesados –el Dr. Chicoma ni siquiera los considera alimentos-- y comida chatarra, lo cual es un reto para la población con menos recursos.

Señaló que los mercados mayoristas de las ciudades, como la Central de Abasto de la Ciudad de México, han olvidado promover dietas saludables y asequibles. “Hay que cambiar el entendimiento que tenemos de su rol en la alimentación, que no sólo es despachar alimentos”. En este punto, indicó también la gran importancia de los mercados territoriales, como se les conoce desde la academia, aunque también se les llama mercados públicos, municipales, tradicionales, wet markets u open air markets. Estos espacios, dijo, tienen gran potencial para trabajar de la mano con pequeños productores y productoras.

Otro problema que destacó fue el de las y los intermediarios, ya que su participación en la cadena de suministro entre la producción y el consumo no es muy visible, es decir, el transporte, la logística y la distribución. No se sabe si las y los intermediarios se están quedando con los márgenes de ganancias cuando suben los precios de los alimentos –márgenes que no ven las y los productores--, y tampoco se sabe si ellos y ellas tienen que amortiguar las deficiencias en la infraestructura logística, como las carreteras.

El lema de este año del Día Mundial de la Alimentación es “El agua es vida. El agua nutre. No dejar a nadie atrás”. Sobre este punto, el Dr. Mauricio Hernández Fernández, investigador del EQUIDE, explicó que este instituto ha apoyado al gobierno de Nuevo León para integrarse a la Red Latinoamericana y del Caribe para la Inseguridad del Agua, una plataforma de colaboración por la equidad para el acceso al agua.

Texto y Fotos: Yazmín Mendoza

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