Texto: Maricela Portillo, académica del Departamento de Comunicación

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A Mateo

Votar por primera vez en este proceso electoral complejísimo coloca contra la pared a jóvenes que legítimamente se estarán preguntando qué hacer. Imposible llenar esas boletas con esa cantidad de nombres, para tantos cargos, por un sistema de justicia que poco entienden. No hay forma de que puedan tener una opinión formada porque para tenerla deberían haber tenido tiempo para estar debidamente informados. Las y los jóvenes quizá no se dieron ese tiempo, así como la mayoría de la ciudadanía en edad adulta.

¿De dónde sacar tiempo? Quizá debieron haber dejado algunas horas destinadas a sus estudios, en estos meses de fin de semestre para quien está en la universidad o acabando la prepa, o haber dejado de lado sus ocupaciones laborales, de cuidados o recreativas para poder hacerlo. ¿Cuántas horas deberían haber invertido en revisar perfiles de candidatos?, quizá habrían requerido incluso de asesorías para que entendieran los cargos que se están disputando y también para entender las funciones de cada uno de ellos. ¿Quién pudo hacer el “Conóceles, practica y ubica” del INE? Nadie tuvo el suficiente tiempo para hacer esto. Ni jóvenes ni adultos. Así que no podremos culpar a la juventud de este aparente desinterés.

La desafección política juvenil indica otra cosa. Una investigación realizada en 2023 por un par de sociólogos argentinos, Krigger y Toribio, indican que la juventud tiene confianza relativa; esto es que suelen tener opiniones negativas de los políticos, pero no de la política. Respecto de las elecciones del poder judicial a realizarse el próximo 1 de junio, quizá habrán escuchado a sus padres y profesores en alguna ocasión durante estos meses, algún debate en la radio o la tele habrán oído de refilón también, algunas noticias habrán pasado en su feed en las redes sociales, así como algún punto de vista de influencers en Instagram o TikTok les habrá aparecido. Y poco más.

¿Qué recordarán de esta primera vez?, ¿los acordeones? Sabemos que en las aulas esta práctica se sanciona. Sólo saca un acordeón quien no estudió y tuvo que sacarlo para copiar las respuestas en algún examen. ¿Ese es el mejor mensaje que podemos dejarles? ¿que recurran a este recurso para validar una elección en la que poco podrán decir? Gran parte de estas preguntas también nos las estamos formulando como ciudadanía en general las y los adultos que seguramente tampoco tenemos mucho para decir cuando se acercan a preguntarnos -si es que lo hacen- nuestros hijos e hijas o nuestros estudiantes.

Si los momentos electorales, estos en los que acudimos a las urnas y ejercemos el voto, mecanismo de participación por excelencia, suelen ser altamente significativos y tienen siempre un lugar en nuestro recuerdo, en nuestra biografía política, cabría preguntarse por lo que esto significará en términos de construcción de ciudadanía para las generaciones jóvenes que tienen frente a sí las elecciones del poder judicial el próximo fin de semana. ¿Qué porcentaje de participación juvenil habrá? Estaremos atentos a los datos. Mientras tanto, nos tocará acompañarles a decidir en el medio de la incertidumbre. Éste es el signo de los tiempos y por ello, más que nunca, tocará seguir buscando conjuntamente ese bien preciado que esta elección no resolverá: la justicia.

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