En un México en el que más de 300 mil personas han sido asesinadas –entre ellas los dos sacerdotes jesuitas ultimados en Cerocahui, Chihuahua en 2022– y más de 110 mil han desaparecido en los últimos 17 años, según cifras del INEGI, “la paz no es solo un ideal, es una tarea urgente”, afirmó el Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Dr. Luis Arriaga Valenzuela, S.J., en la conferencia “Universidad jesuita: Una propuesta para la paz”, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2024.

En nuestro país, las mujeres sufren agresiones de modo sistemático. El 42% de las mayores de 15 años vive actualmente algún tipo de violencia, de acuerdo con el Centro de Estudios Críticos de Género y Feminismos de la IBERO (CECRIGE). Estas cifras dan cuenta de “la violencia estructural que ya forma parte de todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana”, refirió el sacerdote jesuita.

Durante la charla moderada por el Dr. Francisco Javier Escobedo Conde, S.J., el Rector reflexionó sobre el papel que juegan las universidades jesuitas en la construcción de paz –en medio de tal situación de confusión, caos y polarización– desde una visión de derechos humanos, la cual debe proporcionar herramientas para gestionar las diferencias, resolver conflictos de manera no violenta y reflexionar críticamente sobre las estructuras de poder.

Encuentro, reconciliación y justicia como base para la construcción de paz

Actualmente, la violencia, la desigualdad y la crisis ambiental son tres factores que impactan la vida de millones de personas, aseveró el abogado jesuita. Ante ello, es necesario impulsar una educación que promueva el diálogo y el respeto mutuo, así como alternativas de paz “sostenibles y duraderas”.

Con una amplia experiencia en temas de paz y en defensa y promoción de los derechos humanos, como cuando fue director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (ProDH), el Dr. Arriaga expuso la propuesta para una educación centrada en la paz, desde el pensamiento jesuita. Se refirió a los cuatro pilares de la educación ignaciana, que se centra en formar personas competentes, conscientes, compasivas y comprometidas (él añadió también “colaborativas”).

Con base en reflexiones del Papa Francisco y Betty Reardon (pionera de la educación para la paz), el Rector de la IBERO profundizó en tres ideas de la pedagogía ignaciana: el encuentro, la reconciliación y la justicia. Enfatizó que la paz verdadera sólo es posible cuando se abordan las cuestiones estructurales de la violencia, la desigualdad, la economía, la discriminación y el daño ambiental. “La paz no es la ausencia de la violencia; es la presencia de la justicia”, señaló.

“Nadie dijo que el trabajo por la paz era fácil; es un trabajo de todo el día, de todos los días”

Tras hablar de la polarización que evidenció la reelección de Donald Trump como presidente en Estados Unidos, el experto aseguró que en México también “vivimos un proceso complejo. Hemos entrado al segundo gobierno de una opción política que acertadamente ha puesto en el centro el combate a la desigualdad, al tiempo que erróneamente ha impulsado el socavamiento de algunas instituciones, garantes de derechos. Todo ello en un entorno donde el crimen organizado avanza en algunas regiones como la principal amenaza no solo para el Estado de derecho, sino también para la vida misma”.

El Doctor en Educación resaltó las iniciativas jesuitas en favor de la paz, a través de organizaciones como el Centro de Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús, el Servicio Jesuita a Refugiados, el Centro ProDH, el Laboratorio para la Paz con Reconciliación. También mencionó los programas de la IBERO enfocados en ello, como el de Seguridad Ciudadana, las iniciativas interdepartamentales que forman expertas y expertos en derechos humanos, la labor de los Departamentos de Derecho y de los Programas de Incidencia

“Formamos para la paz en las aulas, pero también la procuramos en los territorios donde está ausente”, apuntó. Y recordó que la misión de la universidad jesuita está en vincular la excelencia académica con un permanente compromiso por incidir en la realidad. “Nadie dijo que el trabajo por la paz era fácil; es un trabajo de todo el día, de todos los días”. Y, como alguna vez dijo el sociólogo francés Pierre Bordieu: “Mientras hay lucha, hay esperanza”, remató el Dr. Luis Arriaga.

Texto: Mariana Domínguez Batis / Fotos: Alberto Hernández Mendoza

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