Opinión | El Papa Francisco y los Migrantes
El papa Francisco hizo de la causa de los migrantes uno de los pilares de su pontificado. A través de gestos simbólicos, visitas a zonas de frontera y contundentes mensajes éticos, denunció la indiferencia global ante el sufrimiento de quienes huyen del hambre, la violencia y la injusticia.
Este artículo, escrito por el Dr. Jorge F. Heredia Zubieta, nos ofrece un recorrido por las palabras y acciones del Papa en favor de los migrantes, destacando su llamado constante a acoger, proteger, promover e integrar, con la esperanza de una humanidad más fraterna y solidaria.
- El papa Francisco es hijo de migrantes: sus padres, Mario y Regina, eran italianos del Piamonte y llegaron a Argentina en 1929. Él mismo lo recuerda: “yo también soy hijo de migrantes que salieron en búsqueda de un mejor porvenir. Hubo momentos en que ellos se quedaron sin nada, hasta pasar hambre; con las manos vacías, pero el corazón lleno de esperanza”, compartió a los migrantes que se encontraban en Panamá (2024), y añadió: “no tengan miedo de mirar a los demás a los ojos porque [ustedes] no son un descarte, sino que también forman parte de la familia humana, de la familia de los hijos de Dios”.
- Su primer viaje fuera de Roma fue en julio de 2013, a Lampedusa, isla cercana a Túnez, donde se ahogaron muchos africanos que intentaban llegar a Italia. Ahí expresó: “Mi pensamiento ha vuelto sobre esta noticia continuamente, como a una espina en el corazón que causa dolor. Y entonces sentí que tenía que venir hoy aquí a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo sucedido no se repita… ‘Adán, ¿dónde estás? ¿dónde está tu hermano?’, son las preguntas que Dios hace al principio de la humanidad y también a nosotros: ¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho… por esas personas que iban en la barca? … Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de ‘sufrir con’: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!”
- En 2016 visitó México y al recordar su visita a Cd. Juárez, en la frontera con los EE.UU., dijo: “Muchos migrantes, en particular de Centroamérica, se concentran allí llenos de esperanza para poder pasar al otro lado. Con su presencia hacen de esa ciudad un lugar de encuentro de culturas y, desgraciadamente, también de dramas y de grandes injusticias.” Ante esta crisis migratoria es imposible callar, pues son hermanos y hermanas que se han puesto en camino a causa del hambre, la pobreza y la guerra. Y buscan la esperanza de una nueva vida. Oró para que se siguiera pidiendo “el don de conversión”, para cambiar y colaborar junto a otros, en la transformación… Y en 2023, cuando se enteró del trágico incendio de la estación migratoria, donde por negligencia fallecieron 40 migrantes, hizo oración por ellos.
- Es clave su Discurso “en el Foro Internacional sobre Migraciones y Paz” (2017), donde pidió que nuestra respuesta se articulara en torno a 4 verbos: Acoger es superar la actitud de rechazo, la indiferencia, y “anteponer a los temores una generosa actitud de acogida hacia aquellos que llaman a nuestras puertas”. Proteger, pues ante la evidente vulnerabilidad de los migrantes “La defensa de sus derechos inalienables, la garantía de las libertades fundamentales y el respeto de su dignidad son tareas de las que nadie se puede eximir.” Promover, pues “El desarrollo, según la doctrina social de la iglesia, es un derecho innegable de cada ser humano [que] debe ser garantizado asegurando las condiciones necesarias para su ejercicio, tanto en la esfera individual como en la social”. E Integrar, ya que “la unidad que no anula las diferencias étnicas y culturales constituye una dimensión de la vida de la Iglesia, que en el Espíritu de Pentecostés está abierta y desea abrazar a todos.”
- En su carta más reciente, de febrero 2025, a los obispos de los EE.UU., dice: “He seguido con atención la importante crisis que está teniendo lugar en los Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas. La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique… la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad. (…) el acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión.”
Y concluye: “Exhorto… a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados. Con caridad y claridad todos estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia, y a aprender a dar la vida como Jesucristo la ofrendó, para la salvación de todos.”
Gran legado nos ha dejado nuestro querido papa Francisco, que actualmente parece llamado a ‘emigrar’ de esta Tierra a la Casa de nuestro Padre, ojalá que, pase lo que pase, sepamos leer, guardar en el corazón y poner en práctica sus enseñanzas.
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