La paz no es un horizonte al que llegar, sino una práctica para el presente, lo que nos coloca en una posición activa. Y si el conflicto está presente y es inevitable, lo que sí es evitable es la violencia a través de la acción, explicó Carmen Magallón, Presidenta de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz, durante el panel Resistencias ante la cultura de la paz y la negociación como vía para parar la guerra, que se llevó a cabo este miércoles 8 de noviembre como parte del 7o Congreso de Construcción de Paz con Perspectiva de Género, organizado por el Programa de Género e Inclusión de nuestra IBERO Ciudad de México.

Agregó que, en medio de cualquier conflicto, hemos de vivir juntos y juntas y actuar en consecuencia. Esto, dijo, lo han tenido claro durante años las mujeres de Palestina y de Israel, naciones cuya disputa se recrudeció con un ataque sorpresa del grupo terrorista Hamás a Israel el pasado 7 de octubre. Tres días antes de este suceso, relató la especialista, el 4 de octubre, miles de mujeres de la organización israelí Women Wage Peace y de la organización palestina Women of the Sun se encontraron en una manifestación histórica en el Mar Muerto, donde se declararon “en contra de este ciclo de derramamiento de sangre”.

La también Dra. en Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza agregó que las voces de paz de las mujeres han pensado y actuado a lo largo de la historia desde un paradigma que pone las vidas de los seres humanos en el centro de sus prioridades, no territorios, países o intereses económicos. Además, trabajan juntas en sociedades divididas.

Señaló que en muchos momentos, para negociar la paz, hay que negociar con los grupos terroristas, con quienes han matado y con quienes tienen las armas, “y por tanto, parece que nos estamos saltando los derechos humanos, que tendrían que llevar a esas personas a los tribunales”. Pero la historia, dijo, muestra que el tiempo de la paz y el tiempo de los derechos humanos no siempre siguen el mismo ritmo, a veces primero hay que sentarse a negociar con criminales o con las partes que han matado, y tiempo más tarde, sacar a la luz los crímenes, o reivindicar los derechos humanos que fueron afectados por esas partes que utilizaron la violencia, tal como ocurrió en el proceso de paz en Colombia.

Resistencias a la cultura de la paz

La Dra. Carmen Magallón lamentó que todavía vivimos en una cultura de la guerra, no de la paz. Consideró que la transición necesaria enfrenta actualmente diversas resistencias ligadas a los tipos de violencia arraigados en las sociedades.

En relación con la violencia simbólica señaló que la ideología, las creencias, la cultura, la literatura, el arte, están más ligadas a la cultura de la guerra que de la paz. Señaló también resistencias relacionadas con la violencia estructural, como la primacía de los intereses y la acumulación económica, la forma de vida consumista, que lleva a políticas de extractivismo que destruyen la naturaleza.

En relación con la violencia directa, mencionó la estructura de gobernanza global basada en la fuerza y el dominio, con el icono del poder nuclear. Mencionó que las pacifistas feministas de 1915 ya habían señalado que una de las raíces más potentes de la guerra es el comercio de armas, que es un gran negocio.

La especialista insistió en que la no violencia no es no hacer nada, sino que se trata de una filosofía que permite una acción en la que se puede conseguir objetivos en situaciones de conflicto, como la resistencia pacífica que condujo a la independencia de India.

Consulta cada uno de los paneles del 7o Congreso de Construcción de Paz con Perspectiva de Género, que concluye este 14 de noviembre, en el canal de YouTube del Programa de Género e Inclusión, coordinado por la Dra. Elvia González del Pliego Dorantes.

Aquí te dejamos la charla completa con la intervención de la Dra. Carmen Magallón:

Texto: Yazmín Mendoza

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